[Copy&Paste] El mejor torneo en años - Fernando Pacini

Nota para Canchallena.com (La Nación) de Fernando Pacini.

Es una mala costumbre. Nos referimos a nuestro fútbol con calificativos críticos. "La mediocridad del fútbol argentino", decimos, con la certeza de pronunciar una verdad irrefutable. Es que durante tantos años fue tan cierta esa verdad que la dimos por instalada e irreversible. El torneo en curso, sin embargo, se ha empeñado en desafiar ese orden establecido, en base a goles, pases y emociones.

La liga argentina no va a dejar de ser exportadora, ni cambiará las reglas del mercado para volverse una liga de elite, pero por primera vez en mucho tiempo, entre la excitación y el bostezo, optó por lo primero. Son mayoría los equipos que juegan con valentía, capaces de provocar sobresaltos, porque toman riesgos y porque la consecuencia de esos riesgos vuelve a provocar sobresaltos en el área de enfrente. Hay un punto de desequilibrio imprescindible para que el juego esté vivo. Hace tiempo que estábamos con sobredosis de equilibrio.
El fútbol argentino se había vuelto conservador, miedoso y ventajero, casi a imagen y semejanza de lo que ocurría (y ocurre) en los escritorios. Pero en los campos de juego, en dos meses y medio de campeonato, hay algo nuevo. Que no haya descensos, ayuda, pero hay factores con más peso que auspician la mejoría, detalles de preparación y tácticos que renovaron la discusión ideológica sobre el juego.
No se trata de adherir a una escuela y combatir a la antagónica. La diversidad de estilos no retrasa el crecimiento, lo propicia. En general, los equipos se parecen a los entrenadores. Los futbolistas imprimen su sello, pero "la línea editorial" es la del técnico, y ellos han renovado el discurso, le han devuelto contenido a la palabra. Cuánto más espeso es el mensaje, más rápido es el juego. Otra vez, no importa si uno se parece a Guardiola, otro a Simeone y otro a Mourinho; el asunto es que se revelan nuevas metodologías y mejores funcionamientos.
Hasta hace un rato, todos jugaban parecido; podía haber un gran equipo o un gran partido por fecha. Excepciones. En este torneo, el piso de calidad está más alto. Hay varios buenos partidos por fecha y las emociones suceden con mayor frecuencia. Hay mayor cuidado en la elaboración y ya no está tan claro que el camino más corto para un buen ataque sea la fastidiosa fórmula de tirar la pelota larga e ir a su caza.
También hay dos aspectos que son indicadores de estos nuevos matices: los lugares dónde muchos equipos pretenden recuperar la pelota y la necesidad de que en una formación predominen características más asociadas con la disposición técnica que con los atributos musculares. En definitiva, se trata de poner al juego en el centro de la escena, por encima de las pretemporadas y las pesas. Nadie juega por pura pretensión estética; es tan significativo conseguir la victoria que se hace indispensable dominar la mayor cantidad de herramientas para conseguirla. La consecuencia de esa búsqueda hasta puede gustar.

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